Duelo y aceptación

Tras sobrevivir a un ataque o derrame cerebral, es posible que tú y tu familia se sientan como en una montaña rusa de emociones. Esto es normal. Poco después de un ataque o derrame cerebral, los sobrevivientes y sus familias comienzan a entender sus pérdidas personales y se enfrentan a un proceso de duelo.

El duelo es una reacción natural ante una pérdida. Y los sobrevivientes de un ataque o derrame cerebral y sus cuidadores enfrentan pérdidas todos los días. La pérdida de capacidades o rutinas previas puede ser tan profunda como una muerte física. Reconocer las etapas comunes del duelo puede ayudarte a enfrentar de mejor forma los cambios emocionales que las acompañan. Las amistades también pueden aprender del proceso de duelo a fin de entender mejor tus pensamientos, sentimientos y acciones.

Es posible que no pases por todas las etapas o que no las vivas “en orden”. Una etapa no termina de forma abrupta para pasar a la siguiente. En realidad, el duelo es un proceso gradual de sanación que requiere tiempo y esfuerzo. Cada persona lo vive según su propio ritmo y forma.

Etapa 1: Conmoción

La conmoción suele presentarse durante la fase inicial de la hospitalización o rehabilitación. La conmoción suele estar acompañada por un sentimiento de impotencia. Durante esta etapa, el apoyo de la familia y los amigos es importante.

Etapa 2: Negación

Es normal tener la incapacidad de creer que algo terrible ha sucedido después de una crisis y una gran pérdida. La negación permite que tú y tu familia eludan los aspectos más abrumadores de la discapacidad. Es probable que sientas más motivación para esforzarte en tu recuperación que para aprender a vivir con una discapacidad. Concéntrate en “el aquí y ahora” y las nuevas realidades que debes enfrentar.

Etapa 3: Reacción

Esta etapa comienza cuando tú y tu familia empiezan a darse cuenta del impacto total de la discapacidad. Las reacciones psicológicas más frecuentes son la ira, la negociación (ya sea con Dios o con otras personas), la depresión y el duelo por las pérdidas y los cambios. Si estas reacciones entorpecen tu rehabilitación o tus actividades habituales, es importante que hables con un profesional de la salud mental.

Etapa 4: Movilización

Esta es la etapa en la que puedes decir “¡De acuerdo! Quiero vivir. Muéstrenme cómo”. Es posible que tengas un mayor entusiasmo para aprender en esta etapa. Los familiares comienzan a mostrar mayor interés en aprender cómo ayudarte. Este suele ser un buen momento para intentar viajes cortos o salidas.

Etapa 5: Aceptación

La aceptación es la etapa final del proceso de duelo. Este es el momento en el que tú y tu familia aprenden a vivir con la discapacidad provocada por el ataque o derrame cerebral. Puedes decir: “Voy a hacer lo más que pueda, y cuando llegue a mi límite, veré cuánto puedo hacer dentro de ese límite”.

La aceptación no es algo que sucede solo una vez ni significa que la persona no tendrá emociones intensas sobre los cambios, las pérdidas o los problemas. Pero significa es que esos sentimientos no te impedirán sentir esperanza y agradecimiento por el hecho de seguir con vida.

Estos son algunos consejos prácticos de afrontamiento:

  • Permítete expresar tus sentimientos. Puedes hacerlo con una plática sincera con un amigo de confianza. A algunas personas les gusta escribir; otras dibujan. Cualquiera que sea la forma que elijas, aférrate a ella. Aprende a escuchar y sigue escuchando. La conversación debe girar en torno a las necesidades de la persona en duelo. Expresar y procesar sentimientos en voz alta puede ayudar a la persona a entender que el ataque o derrame cerebral es una realidad.
  • Establece una conexión espiritual. Acude a tu iglesia o sinagoga en busca de orientación.
  • Comprende que no existen maneras correctas o incorrectas de vivir el duelo. Muchas personas viven su duelo a solas y no hay nada malo en ello.
  • Enfrenta tus emociones, que pueden incluir dolor emocional, culpa o vergüenza. También puede haber miedo e ira: “Si mi papá sufrió un ataque o derrame cerebral, ¿estoy en riesgo de que me suceda lo mismo?” o “Mi abuelo fue un nutricionista que jamás fumó ni bebió. ¿Por qué a nosotros?” La culpa puede dejar marcas duraderas, y algunos cuidadores se estancan pensando en lo sucedido antes del ataque o derrame cerebral. Permítete experimentar esos sentimientos, pero sin tanta autoexigencia. No sirve que te autocastigues. Haz algo de actividad física. Ve al gimnasio. Sal a trotar. Nada de un lado a otro en una piscina. Una simple caminata puede cambiar la perspectiva del cuidador y el sobreviviente de un ataque o derrame cerebral. ¿No puedes salir de casa? No salgas y disfruta de algún programa cómico. Haz un ritual para liberarte. Enfrenta de forma proactiva tus pérdidas, pero solo cuando sientas que es el momento adecuado. Te damos algunas sugerencias: medita, enciende una vela o planta un árbol. Date un baño de purificación, recibe un masaje o escucha música. No importa si se trata de cánticos o música de grandes bandas. Abre tus oídos a cualquier cosa que te llene el corazón.
  • Evalúa tu funcionalidad y mira hacia el futuro. Una vez que domines los problemas cotidianos, piensa en el futuro. Cómo redefino quién soy, quiénes son mis seres queridos y cómo nos relacionamos y ellos se relacionan entre sí.