Los defectos cardíacos congénitos y la actividad física
El ejercicio es bueno para todos
El ejercicio físico ofrece muchos beneficios y debe formar parte de manera habitual de la vida de casi cualquier persona. Esto incluye a la mayoría de las personas con cardiopatías congénitas. La investigación en pacientes con cardiopatías congénitas, incluso con enfermedades complejas, ha demostrado que el ejercicio moderado rutinario es seguro y puede ser beneficioso. Por eso, recomendamos que casi todos los pacientes realicen algún tipo de actividad física de forma habitual.
Existen algunas excepciones, por lo que es bueno que hable con su médico sobre su situación específica. La mayoría de los médicos aconsejan precaución a aquellos pacientes con una aorta dilatada, que es la arteria principal del cuerpo. La dilatación de la aorta se puede producir en personas con síndrome de Marfan, síndrome de Turner, coartación de la aorta o una válvula aórtica bicúspide. No se ha demostrado la relación entre el ejercicio físico y los efectos nocivos derivados de la dilatación de la aorta, pero muchos médicos consideran que estos pacientes no deben realizar ejercicios intensos, especialmente actividades que impliquen esfuerzos o gemidos, como el levantamiento de peso.
Es probable que para la mayoría de los pacientes, los beneficios del ejercicio superen los riesgos identificados. Sigue siendo preferible una actividad de baja intensidad. Si tiene alguna pregunta sobre la conveniencia de hacer ejercicio, hable con su médico.
Si ha permanecido inactivo durante mucho tiempo y desea comenzar una rutina regular de ejercicios, es aconsejable que hable con su médico acerca de cómo comenzar de manera segura. Su médico puede recomendarle que haga una prueba de esfuerzo, lo que le puede proporcionar pautas para el ejercicio.
¿Qué tipo y qué cantidad?
Los mejores tipos de ejercicio y los más seguros son las actividades "aeróbicas". Estas actividades aumentan la frecuencia cardíaca y hacen que la respiración sea profunda. Algunos ejemplos incluyen caminar a paso ligero, nadar, andar en bicicleta, correr, remar, practicar esquí de fondo, hacer senderismo o subir escaleras. Los deportes de equipo o de cancha, tales como el baloncesto, el fútbol, el fútbol americano, el tenis, el squash y el voleibol, también son actividades aeróbicas.
Una buena regla general es aumentar la actividad hasta que la respiración sea fuerte y rápida, pero que aún pueda mantener una conversación con alguien. Si puede pronunciar frases completas, pero aún siente que su corazón late con fuerza, es probable que se esté beneficiando de un nivel seguro de actividad.
A menudo, se entrena a los pacientes para que controlen su frecuencia cardíaca durante la actividad o inmediatamente después. Su objetivo de frecuencia cardíaca es el 70-80% de la frecuencia cardíaca máxima prevista (que se define como 220 menos la edad).
Es mejor evitar las actividades que impliquen esfuerzos o gemidos (lo que se conoce médicamente como “maniobra de Valsalva”). Esto sucede cuando una persona hace un esfuerzo con la garganta cerrada para aumentar la fuerza de los músculos del brazo o del abdomen. A menudo, se tiende a hacer esto al levantar mucho peso, al hacer sentadillas, flexiones o dominadas, etc., pero puede ser perjudicial. El esfuerzo provoca un aumento repentino de la presión arterial, lo que aumenta la tensión en el corazón; aumenta la presión en los pulmones, lo que puede afectar al flujo sanguíneo que va del cuerpo a los pulmones; y a menudo implica más fuerza en la pared torácica, y las cicatrices quirúrgicas en el tórax que tienen muchos pacientes con cardiopatías congénitas pueden dañarse, especialmente, durante el primer año después de la cirugía.
Los deportes físicos intensos, tales como el fútbol americano, el boxeo o el hockey, pueden aumentar las posibilidades de lesiones y una tensión innecesaria en el sistema cardiovascular.
Cualquier cantidad de actividad es mejor que nada, y cuanto más activa sea una persona físicamente, mayor será el beneficio cardiovascular previsto. Las pautas para la población en general recomiendan al menos 150 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada a la semana. Se trata de un buen objetivo para los pacientes con cardiopatías congénitas también. Si le parece demasiado, puede comenzar con un objetivo más modesto y continuar desde ahí.
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