El marido de la paciente presionó hasta llegar a conocer la causa del ataque o derrame cerebral

Selfi de Laura Sammons, una sobreviviente de ataque o derrame cerebral, y su esposo en la playaEn el 2017, lo que para Laura Sammons y su familia comenzó como un típico viaje de fin de semana en automóvil por el área de Houston, tomó un giro peligroso. Cuando se acercó a una intersección en donde había un semáforo, se quedó en blanco y ya no tuvo idea de cómo conducir.

Sin entender lo que le sucedía, Sammons siguió conduciendo en la intersección a pesar de que el semáforo estaba en rojo.

“¡Frena! ¡Frena!” gritó su marido, Nick, mientras los demás vehículos maniobraban para esquivarla. 

Nick Sammons sujetó el volante y logró maniobrar la minivan hasta un estacionamiento público, donde le preguntó a su esposa qué le sucedía. Aunque le costaba mucho explicar cómo se sentía, dijo que sentía entumido el brazo. Laura, abogada y veterana de la Fuerza Aérea estadounidense, protestó cuando su marido sugirió ir a un hospital, pero él insistió.

En el servicio de emergencias hospitalario, el equipo de resonancia magnética (RM) estaba fallando. Puesto que Sammons era joven y saludable, los médicos atribuyeron el episodio a migrañas paralizantes, lo que la sorprendió porque jamás había tenido una. Como ella y su marido quedaron insatisfechos con la explicación, esa misma semana Laura consultó con un cardiólogo y regresó al hospital para que el neurólogo le hiciera más análisis.

Las noticias fueron devastadoras: no solo había tenido un ataque o derrame cerebral durante el incidente de tránsito, sino que también tenía un agujero en el corazón debido a un foramen oval permeable, o FOP, y padecía de un tipo de irregularidad en el latido de corazón llamada fibrilación auricular, o FA. La FA puede coagular la sangre que se dirige al cerebro, lo que causa un ataque o derrame cerebral. Un FOP es un agujero entre las aurículas derecha e izquierda y puede causar un ataque o derrame cerebral si la sangre que fluye de una aurícula a la otra contiene un coágulo que luego se dirige al cerebro.

“Por supuesto, estos dos padecimientos eran la receta perfecta para un ataque o derrame cerebral”, aseguró Sammons, que tenía 42 años en el momento del evento. “Había tantas cosas fuera de orden”.

Un año y medio antes del ataque o derrame cerebral, Sammons había sufrido un ataque isquémico transitorio o AIT, también conocido como “ataque o derrame cerebral de advertencia”. Recibió tratamiento de emergencia, pero confesó que no había tomado en serio el episodio. Además de eso, su padre y su madre tuvieron FA y ataques cardíacos, por lo que Sammons desearía haber sido más diligente en el monitoreo de su salud.

Tras el ataque o derrame cerebral del 2017, Sammons, una madre de cinco hijos cuyas edades oscilaban desde la preadolescencia hasta la juventud, no podía recordar lo que leía, ni siquiera una sola página de un libro. Cuando hablaba, sus palabras fluían en desorden, y se refería a los objetos usando palabras incorrectas. Sammons bromea diciendo que sus amistades reconocen su “idioma de Yoda” y ayudan a otras personas a traducir lo que dice.

Además de sus hijos naturales, Sammons estaba criando a una bebé adoptiva, a la que ya no podía sacar de la cuna por la debilidad constante. Intentó hacer trabajo legal limitado, pero equivalía sobre todo a tareas administrativas porque tenía dificultades con el lenguaje escrito y un compañero de trabajo tenía que revisar todo lo que hacía. Aunque Sammons sabía quiénes eran sus seres queridos, había perdido muchos de los recuerdos acerca de las relaciones y eso, combinado con los cambios en su personalidad durante la recuperación, puso en riesgo sus conexiones emocionales.

“Mi respuesta inicial fue: ‘Ya nunca podré ser todo lo que soy. Entonces, ¿quién soy ahora?’” se preguntó Sammons. “No puedo ser nada de lo que me capacité para ser. Dediqué años a capacitarme para ser quien soy. Fue todo un desafío”.

El cardiólogo de Sammons en Houston la derivó con un electrofisiólogo, quién realizó una ablación cardíaca para aliviar la FA. Sin embargo, el procedimiento agravó las cosas: el corazón de Sammons pasó de latir unas 70 veces por minuto antes del procedimiento a cerca de 140 veces por minuto después de este. El médico dijo que era probable que el problema se corrigiera por sí solo, pero pasaron los meses y no ocurrió.

Sammons decidió pedir una segunda opinión al Dr. Andrea Natale, electrofisiólogo de St. David’s HealthCare, en Austin. “Ahí fue donde mi recuperación realmente comenzó a acelerarse”, aseguró ella. Sammons se sometió a otra ablación a cargo del Dr. Natale. Sin embargo, tras discutir las ventajas y los inconvenientes con el Dr. Natale y el Dr. Francisco Otero, cardiólogo de Austin, decidió suspender (al menos por el momento) la realización de la cirugía para reparar el orificio en su corazón.

Después de casi un año de recuperación, Sammons dijo que ya estaba totalmente funcional: “Fue como si las piezas volvieran a encajar en sus lugares”. Renovó su vestuario y se integró a una nueva firma de abogados. 

A partir de la ablación satisfactoria, Sammons dejó de tomar anticoagulantes. Ya no necesitaba tomar medicamentos cardiovasculares, y actualmente mantiene una buena condición cardiovascular mediante ejercicios habituales con una máquina de remo, caminatas y ciclismo.

Sammons considera que el éxito de su recuperación se debió a la colaboración entre sus médicos, el Dr. Natale, el Dr. Ortero y el Dr. John J. Volpi, neurólogo del área de Houston al que acudió después de recibir los cuidados iniciales para tener una recuperación exitosa y recibir orientación en cuanto a elecciones de estilo de vida para prevenir futuros ataques o derrames cerebrales.

“Creo que lo realmente importante fue que todos estaban alineados”, dijo Sammons. “Mi equipo de cuidados de salud sigue evaluando mi afección de forma conjunta. Me han permitido tener voz y voto en mis cuidados y seguir haciendo las cosas que me encantan”.

Sammons también se siente agradecida con los médicos que reconocieron inicialmente el ataque o derrame cerebral y sus causas.

“Todos tienen muy claro que, antes que nada, las mujeres pueden ser víctimas de ataques o derrames cerebrales y de enfermedades cardíacas, y que representamos una categoría de víctimas subrepresentada. Y que las personas jóvenes también tienen estos problemas”, aseguró.

“Cuando no estuve satisfecha con las respuestas que me habían dado, tomaron mis inquietudes en serio y se esforzaron por identificar el problema real y ofrecer el tratamiento que necesitaba”.