La historia de estenosis aórtica de Jim Ruiz
La estenosis aórtica no presentó síntomas, pero generó riesgos graves para el hombre de Texas
Durante dos décadas, Jim Ruiz vivió con estenosis aórtica sin saberlo.
Ruiz primero descubrió que tenía un problema cuando tenía 56 años. Se jubiló de la industria aeroespacial a principios de la década de 1990 y se mudó a Colorado. Recibió una pregunta sorprendente durante un examen físico.
“Mi médico me preguntó: '¿Alguna vez alguien le dijo que tiene una válvula con fugas?'”, recordó Ruiz.
Fue la primera vez que escuchó algo al respecto. Ruiz estaba activo y en buen estado físico, y nunca había detectado ningún síntoma. El médico le dijo que el problema con la válvula cardíaca podría haber existido durante toda su vida.
“Pensé que, si lo había tenido de nacimiento, probablemente seguiría allí hasta que muriera”, dijo. Ruiz se realizó pruebas de forma periódica, pero no se preocupó por lo demás.
En el 2000, Ruiz se mudó a Arlington, Texas. Su nuevo médico lo derivó a un cardiólogo, quien le dio a su afección un nuevo nombre: estenosis aórtica.
En la estenosis aórtica, las valvas que cierran la válvula se engrosan, se vuelven rígidas o se fusionan entre sí para estrechar la abertura, lo que restringe el flujo sanguíneo del corazón. Es uno de los problemas más comunes y graves de las válvulas, que afecta al 5% de las personas que tienen 65 años o más, un porcentaje que se espera que sea más del doble para el 2050.
La causa varía. Podía deberse a un defecto congénito denominado válvula aórtica bicúspide, o al resultado de la acumulación de calcio y las cicatrices.
Si se presentan síntomas, estos pueden incluir dolor torácico, un latido cardíaco rápido que produce aleteo, dificultad para respirar, mareos, tobillos o pies hinchados, y problemas para dormir o necesidad de dormir sentado. La disminución de los niveles de actividad también puede ser un síntoma, lo que a menudo puede confundirse con los efectos naturales del envejecimiento.
Ruiz no experimentó nada de eso. Pero a medida que pasaban los años, su afección empeoró.
A fines del 2018, su cardiólogo le dijo que la estenosis aórtica era grave y que necesitaba un reemplazo de válvula “o los vasos podrían romperse y yo podría morirme un día”. El estrechamiento de la válvula significaba que su corazón tenía que trabajar más duro para bombear sangre, lo que podría generar una insuficiencia cardíaca con el tiempo.
“Cuando el médico me dijo que tenía que someterme a una cirugía, tuve sudor frío”, afirmó
Ruiz, que entonces tenía 81 años, tenía miedo de que se le tuviera que realizar una cirugía a corazón abierto. Le preocupa que no pudiera seguir tocando el trombón debido a una larga recuperación, si el procedimiento incluía romper el esternón durante la cirugía frontal.
“Se necesita tomar mucho aire para soplar ese instrumento”, afirmó Ruiz. “Para poder tocar ese instrumento, mis respiraciones son muy profundas y me meto en la cavidad pulmonar a fin de mantener suficiente aire para reproducir esas notas y esos compases de la melodía”.
Pero al igual que muchos pacientes con válvula cardíaca en la actualidad, Ruiz pudo someterse a un reemplazo de válvula a través de una cirugía mínimamente invasiva denominada reemplazos de la válvula aórtica transcatéter, o TAVR. Pasó una noche en el hospital en febrero del 2019 y completó un curso de rehabilitación cardíaca. En pocos meses, volvió a tocar su trombón en diferentes bandas locales y de la iglesia varias veces a la semana.
Desde que comenzó la pandemia, Ruiz ha tenido que reducir algunas actividades, pero sigue caminando algunas millas cada día. “Me siento genial y todavía sigo tocando mi trombón y manteniéndome activo”, sostuvo.