Cambios emocionales y de personalidad comunes luego de un ataque o derrame cerebral
Después de un ataque o derrame cerebral, muchas veces las personas experimentan cambios emocionales y de conducta. Esto se debe a que el cerebro controla nuestra conducta y nuestras emociones. El ataque o derrame cerebral puede hacer que una persona se vuelva olvidadiza o descuidada, o que empiece a estar molesta o confundida. Los sobrevivientes de un ataque o derrame cerebral también pueden sentir ansiedad, enojo o depresión. Su conducta depende de qué parte del cerebro esté afectada y de la magnitud de la lesión.
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Cuando cinco o más de estos síntomas se extienden durante dos o más semanas, un sobreviviente puede estar atravesando una depresión posterior al ataque o derrame cerebral.
Depresión
Luego de un ataque o derrame cerebral, es común que la persona sufra depresión, que afecta a entre un tercio y dos tercios de los sobrevivientes. Los síntomas pueden ser leves o graves, y a menudo comienzan en las primeras etapas de la recuperación del ataque o derrame cerebral. Se debe evaluar a los sobrevivientes de un ataque o derrame cerebral para determinar si sufren depresión y tratarlos en caso de que corresponda. Es importante identificar y tratar la depresión luego de un ataque o derrame cerebral lo antes posible. Si no se trata, es posible que prolongue la estancia en el hospital y que limite la recuperación de las funciones del sobreviviente.
Los síntomas de la depresión luego de un ataque o derrame cerebral pueden variar y cambiar con el tiempo, pero los pacientes y sus familias deben estar atentos a lo siguiente:
- Estado de ánimo persistentemente triste, ansioso o con sensación de “vacío”
- Estado de ánimo depresivo; pérdida de interés o placer
- Problemas de sueño
- Motivación disminuida
- Responder con poca emoción o sin ninguna emoción
- Sentimientos de desesperanza
- Sentimientos de culpa, sentirse inútil, dependiente (sentirse una carga)
- Tener menos energía, sentir fatiga, estar “lento”
- Dificultad para concentrarse, recordar, tomar decisiones
- Cambios en el apetito
- Pensar en la muerte o el suicidio
Ansiedad
Los cambios relacionados con un ataque o derrame cerebral pueden generar preocupaciones o ansiedad. Estar cerca de estas personas puede resultar difícil. Puede haber tensiones financieras. Otras causas de ansiedad luego de un ataque o derrame cerebral pueden ser el miedo a caerse debido a problemas de equilibrio o sentir ansiedad por tener que hablar debido a la afasia. Recibir asistencia puede ser útil para controlar la ansiedad. A veces, una misma persona puede sentir tanto ansiedad como depresión. Si tienes ansiedad, habla con tu equipo de atención médica sobre posibles tratamientos.
Síndrome pseudobulbar (PBA)
Cuando algunas partes del cerebro que controlan las emociones se lesionan, se produce el síndrome pseudobulbar (PBA, que también se denomina “labilidad emocional” o “llanto reflejo”). En la mayoría de los casos, las personas lloran con facilidad. Otras pueden llorar de forma incontrolable o tener cambios de humor repentinos. Estos son efectos físicos de un ataque o derrame cerebral. De nada sirve decirle a la persona que no llore. Es mejor preguntarle cómo quiere que la traten durante un episodio. Muchas personas prefieren que se trate como un acto reflejo, como el hipo, y que la conversación continúe. Generalmente, la labilidad disminuye con el tiempo. Si el PBA es un problema para ti, consulta a tu profesional de la salud sobre los tratamientos disponibles.
Antes de tener el ataque o derrame cerebral a los 33 en 2012, me veía a mí misma como la mamá ideal. Tenía un trabajo, un hijo que iba a la guardería y otro que iba al jardín de infantes, y era esposa. Creía que podía hacer todo. Intentaba mantener la casa limpia; ser la maestra ideal que nunca llevaba trabajo a casa; y me dedicaba al 100% a mi marido, Curtis. Básicamente, era una súper mujer. Tenía todo bajo control. O así lo creía yo.
El 6 de junio del 2012, todo esto se detuvo súbitamente. Tuve un ataque o derrame cerebral generalizado en el tronco encefálico que me quitó la capacidad de hablar, caminar y tragar. Tenía enclaustramiento, lo que significa que no podía mover absolutamente nada excepto los párpados. Estaba atrapada en mi cuerpo, y lo único que podía hacer era pensar.
Hice seis meses de terapia del habla, terapia ocupacional y fisioterapia intensivas. Recuperé la mayor parte de las capacidades físicas que había perdido. Estaba preparada para la parte física. Pero no estaba preparada para la parte emocional. Mientras estuve en el hospital, los médicos me dieron antidepresivos porque asumían que podía padecer un poco de depresión luego de lo que había vivido.
Pero cuando volví a casa, me di cuenta de que estaba experimentando más que una depresión. Llantos y risas incontrolables se apoderaban de mi cerebro a diario. Cada día se convertía en una lucha emocional. Hablé con mi neurólogo acerca del problema y finalmente me diagnosticó síndrome pseudobulbar (PBA, por sus siglas en inglés). Con una combinación de antidepresivos y otros medicamentos, pude controlar el PBA parcialmente.
Mientras mi cuerpo y mi mente se curaban, aprendí a ser una nueva persona.
La vida no es mejor ni peor que lo que fue, simplemente es diferente. No solo mi familia tuvo que aceptar eso, sino yo también.
Puede sonar extraño, pero de algún modo estoy agradecida de haber tenido un ataque o derrame cerebral. Me ayudó a mí y a mi familia a bajar el ritmo y apreciar las pequeñas cosas de la vida como pasar tiempo juntos y ser agradecidos por tenernos y por cada día.
| Delanie Stephenson |
Extraído y adaptado de “Learning to Be a New Person”, Stroke Connection® Winter 2017