Una mujer de Portland parecía perfectamente sana, hasta que sufrió un ataque o derrame cerebral inexplicable

Sobreviviente de ataque o derrame cerebral hemorrágico, Eileen HaasEileen Haas estaba doblando la ropa limpia cuando sintió que algo en su cabeza “se rompió”. Tuvo la sensación de que algo tibio le chorreaba por la espalda, como si se hubiera roto un vaso sanguíneo.

“No me preguntes cómo, pero sabía que era un ataque o derrame cerebral”, dijo. “Sentía que todo lo que me rodeaba estaba inestable”.

Aunque estaba abrumada por los mareos y ciega de un ojo, Haas, que entonces tenía 60 años, finalmente encontró su teléfono y llamó a una amiga. Era el único número de teléfono que podía recordar. Reconociendo que Haas estaba en problemas, su amiga llamó al 911.

Tendida en el piso de su habitación en el segundo piso, sin poder moverse, Haas escuchó que se acercaban las sirenas de la ambulancia y, luego, el sonido de los paramédicos que subían corriendo las escaleras. Tomaron sus signos vitales y la envolvieron en un arnés que les permitió bajarla por la estrecha y curva escalera.

Cuando despertó, estaba en la unidad de cuidados intensivos, sus hermanos estaban de pie junto a ella.

“El hecho de que ambos volaran para estar junto a mi cama fue sorprendente y aterrador”, dijo. “Fue entonces cuando comprendí que mi ataque o derrame cerebral había sido grave”.

Los médicos le dijeron que había sufrido un ataque o derrame cerebral hemorrágico, es decir, un sangrado en el cerebro, pero no pudieron determinar la causa.

Fue una larga recuperación

Antes del ataque o derrame cerebral, Haas había tenido una carrera exitosa como redactora y se describía a sí misma como una persona llena de energía. Disfrutaba andar en bicicleta y pilotar aviones pequeños en su tiempo de descanso. Después de su ataque o derrame cerebral, no podía ni caminar por sí misma sin caerse. Como no podía cuidar de su perro, Scout, permitió que sus amigos lo adoptaran.

“Me rompió el corazón”, dijo.

Cada vez más deprimida, Haas perdió el apetito y los chocolates que las personas que le deseaban lo mejor le regalaban se apilaron sobre la mesa junto a la cama. Con el tiempo, perdió 20 libras (9 kg) y llegó a un estado que ella misma describió como “esquelético”.

Incluso pensó en quitarse la vida. Por suerte, le pidió al médico que le recetara antidepresivos. Después de tomar los medicamentos durante varias semanas, lentamente comenzó a sentirse más como ella misma.

Su recuperación física fue rápida, al menos al principio. Aprender a caminar de nuevo fue un gran desafío. Cambiar su andadera por un bastón lo fue aún más. Incluso aprendió a subirse de nuevo a una escalera de mano.

“Avancé mucho durante los primeros tres años, pero llegué a un límite”, dijo.

Continúa con apraxia del habla (dificultad para hablar) y debilidad del lado derecho. Finalmente, aceptó que no podría reanudar su carrera como redactora.

Pero no significó que dejara de escribir. Sin poder usar su mano derecha, aprendió a escribir con la izquierda, y finalmente redactó una memoria sobre su recorrido posterior al ataque o derrame cerebral. También escribe en un blog y pertenece al grupo de redacción de las personas que han tenido un ataque o derrame cerebral.

Cuando se sintió lista, Haas adoptó a Millie, una perra rescatada que parece más una labradoodle.

“Me hizo mucho bien cuidarla, porque ya no me concentro en mí y mis discapacidades”, dijo.

Si bien ya no le resulta tan fácil hacer avances, Haas está decidida a seguir mejorando. Una de sus mayores metas es volver a andar en bicicleta. Otra meta más modesta es algún día poder caminar en línea recta mientras mantiene una conversación, mirando a la izquierda y a la derecha para ver el tráfico, como lo hacía naturalmente antes de sufrir un ataque o derrame cerebral.

No tiene prisa. Pasar por esta experiencia ha sido un despertar para Haas, quien dijo que ya no intenta controlar las cosas como lo hacía antes.

“Vivo una vida más tranquila y disfruto más, pero todavía me motivan todas las cosas que todavía no puedo hacer”, dijo. “Sufrir un ataque o derrame cerebral es una de las peores cosas que me ha pasado, pero a través de mi recuperación descubrí que era aún más fuerte de lo que creía”.