Sus episodios de latidos cardíacos demasiado rápidos resultaron ser un problema eléctrico
Por Stefani Kopenec, American Heart Association News
Patricia Atiee despertó una noche con su corazón latiendo tan rápidamente que se aterrorizó. Temía moverse y no sabía qué pensar. El episodio cesó luego de aproximadamente un minuto, pero ella apenas pudo volver a conciliar el sueño.
Una semana después, Atiee, que entonces tenía 24 años, iba en el carro con su padre cuando su corazón comenzó a acelerarse estando detenida en un semáforo. Cuando la luz cambió a verde, ella hizo el carro a un lado. Su padre le preguntó si necesitaba ir al hospital.
"No, solo tengo que dejar que esto pase", respondió Atiee.
A la siguiente semana, le volvió a suceder mientras andaba con su hermana por su ciudad natal de San Antonio. Regresaron a la casa de Atiee y se acostó en el sofá. Cuando comenzó a sentir "mucha falta de aire", su hermana llamó y pidió una ambulancia.
En el hospital, los médicos diagnosticaron a Atiee con una afección llamada síndrome de Wolff-Parkinson-White. Esto significa que ella tenía una vía eléctrica adicional en su corazón que era la causa de los latidos rápidos. Había veces en las que el corazón de Atiee se aceleraba a más de 200 latidos por minuto.
"¡Era un pum, pum, pum, pum!", dijo ella.
Hoy en día, su afección sería comúnmente tratada con un procedimiento mínimamente invasivo llamado ablación. Pero esto le sucedió hace 40 años. Una ablación habría requerido cirugía a corazón abierto. Los médicos probaron primero con medicamentos.
Cuando los episodios continuaron, su familia se comunicó con un médico que llevaba a cabo investigaciones sobre el sistema eléctrico del corazón. Él aceptó trabajar con Atiee. En el laboratorio de cateterismo cardíaca, él trazó un mapa de la vía defectuosa, y luego administró diferentes medicamentos para encontrar uno que detuviera el ritmo irregular.
Fueron cinco años de pruebas y errores con los medicamentos. Al menos tres o cuatro veces al año, Atiee tenía que ir a la carrera a un hospital cuando su corazón comenzaba a latir incesantemente.
"Tuve un episodio de trabajo. Tuve otro en el supermercado. Y tuve un episodio en el terreno de softbol, justo cuando era mi turno para batear. Simplemente, como que colapsé allí", dijo ella.
En una ocasión se estaba preparándo para presentarse con su grupo de danza del vientre en el centro comercial local cuando su corazón comenzó a acelerarse, y ella hiperventiló. La instructora llamó a una ambulancia y Atiee fue transportada a través de una tienda por departamentos con todo su atuendo de bailarina.
"Recuerdo que ellos me llevaban por ahí y que yo decía: 'Pongan una sábana sobre mi cabeza también. No quiero que nadie me vea'", dijo Atiee.
Lo repentino de los ataques fue aterrador.
"Fueron tiempos muy aterradores para ella y para nosotros", dijo Helen Vallejo, una de las cinco hermanas de Atiee. "Realmente le estaba afectando a ella y a su trabajo. Nunca sabía cuándo iba a suceder. Hasta conducir daba miedo. No importaba lo que ella estuviera haciendo. Iba a aparecer en cualquier momento".
A la larga, el médico de Atiee la envió a ver a un especialista en Houston quien estaba "trabajando con un procedimiento nuevo". Primero ese médico la evaluó para un marcapasos. Pero dijo que ella no era una buena candidata y que necesitaba una operación.
Por fin, cinco años después de haber comenzado los episodios, Atiee tuvo cirugía a corazón abierto para extraer el tejido que estaba causando el ritmo anormal.
"Mi cicatriz me recuerda dónde he estado y adónde necesito ir", dijo Atiee, quien ahora tiene 62 años.
Mientras Atiee se recuperaba de su cirugía, su padre tuvo un ataque cardiaco masivo. Ella viajó con él en la ambulancia aferrada a la almohada en forma de corazón que usaba para apoyar su pecho, todavía sensible, como parte de su recuperación. Su padre había tenido anteriormente un derrame cerebral, lo cual lo convirtió en uno más entre sus muchos familiares con problemas cardiovasculares.
El abuelo de Atiee sufrió varios derrames cerebrales y murió a los 65 años. Su madre también tuvo un derrame cerebral, y todas sus hermanas tenían problemas cardíacos. Entre sus familiares, Atiee era la única diagnosticada con el síndrome de Wolff-Parkinson-White.
Aunque esa vía adicional fue eliminada, todavía padece de un latido cardíaco irregular que trata con medicamentos. Atiee consulta a un cardiólogo y aún electrofisiológo.
Durante casi 20 años, Atiee y Vallejo han formado parte de una conferencia sobre la salud de la mujer en San Antonio llamada Vestido Rojo. El evento está dirigido hacia las mujeres hispanas e incluye oradores, exámenes médicos, clases de bienestar e incluso sketches. Un año, las hermanas escribieron y actuaron en un sketch acerca de hábitos saludables al cocinar y conversaron sobre la reducción de la sal al preparar tamales.
Vallejo se enorgullece de la tenacidad de su hermana al enfrentarse a sus desafíos de forma que pudiera vivir la vida que quería. Atiee admite que no fue fácil, pero ella quiere ser un ejemplo para otras e inspirarlas a "ponerse ese vestido rojo de valor".
"Hay mujeres por todas partes que tienen problemas con sus corazones", dijo ella. "Es duro, pero se puede lograr y puedes ser una superviviente".